Afroamiga les ofrece este interesante artículo, producto de una investigación realizada por la Antropóloga Yara Altez en la localidad de Todasana, estado La Guaira, cuyo resultado da cuenta una vez más del legado que los esclavizados africanos dejaron en Venezuela.
Tal como se reseña en la introducción, el texto muestra algunos resultados obtenidos en la investigación que desarrolló la antropóloga entre 1984 y 1986, sobre la historia de Todasana. El objetivo de aquella investigación fue reconstruir el pasado de esa localidad en base a la memoria oral y el recuento documental en archivos históricos venezolanos.
La autora afirma que en esos archivos se logró recuperar información importante sobre la antigua Hacienda Tuasana (llamada así originalmente), lugar destinado a la producción de cacao desde principios del siglo XVII, trabajado por mano de obra esclavizada de origen africano.
Relata que mientras se recolectaba la información documental en diferentes registros, esta se iba contrastando con la memoria oral, encontrando un hecho significativo: los datos hallados en viejos registros no coincidían con la memoria local que ya no reconocía sus orígenes en las familias de esclavizados de la antigua hacienda.
Detalla que la recolección de la información no arrojó únicamente resultados relacionados con la producción de cacao, junto a descripciones del espacio y de algunas infraestructuras, contabilidad y otros datos importantes, sino también los nombres de los esclavizados y la oportunidad de reconstruir sus árboles genealógicos.
Esta información le permitió comprobar que la actual población desciende de aquellas personas. No obstante, cuando efectuó las entrevistas de campo destinadas a corroborar la veracidad de las reconstrucciones genealógicas, coincidieron nombres y relaciones de parentesco, pero no se reconoció que los antiguos esclavizados fueran los antepasados de las personas entrevistadas ni de nadie en la comunidad. A su vez, mientras se iban creando los gráficos de parentesco, la investigación documental permitió observar un interesante acontecimiento: el apellido impuesto a los esclavizados desde principios del siglo XVIII había sido cambiado, razón por la cual nadie lo ostenta en la actualidad.
Explica que en realidad, aquel no era un apellido en sí mismo sino una marca de propiedad que certificaba a quién pertenecían los esclavizados de la hacienda Tuasana. Precisa que a finales del siglo XIX fueron las mujeres de la comunidad, ya libres, quienes dejaron de identificarse a sí mismas y a sus hijos con ese apellido. Ese es el relato que presenta en este artículo.