Las palabras de apertura de Roberto Hernández Montoya y de Reinado Bolívar en la presentación del Instituto de Investigaciones Estratégicas sobre África y su Diáspora o Centro de Saberes Africanos tocaron la fibra del cuerpo diplomático de países latinos y africanos acreditados en Venezuela, quienes expresaron regocijo sobre esta ventana que se abre para las investigaciones estratégicas sobre el continente madre y su Diáspora, incluido como uno de los más importantes mandatos de la II Cumbre de presidentes del Sur llevada a cabo en Margarita, estado Nueva Esparta.
Los embajadores de Gambia, Libia, Sudáfrica, Saharaui, Guinea Ecuatorial y Seychelles expresaron sus sentimientos de gratitud por esa bola de fuego que brota de este Centro de Saberes Africanos que abordó, a manera de preámbulo, temas que aquejan a la humanidad y soluciones para encontrar los equilibrios económicos, sociales, culturales y ecológicos, además de promover justicia luego de tantos años de humillación y sevicia imperial.
Todas esas voces africanas reconocieron el vigor de la política internacional del presidente Hugo Chávez y de todos aquellos diplomáticos venezolanos, hombres y mujeres, esparcidos por los 54 países de ese continente dando y recibiendo sabiduría y solidaridad.
Por América y el Caribe estuvieron avalando con su presencia los representantes diplomáticos de Cuba, Grenada, Brasil, Ecuador, Bolivia, Perú, México, Panamá y Argentina.
La impecable presentación realizada del Centro de Saberes Africanos se convirtió en una contundente Diáspora de Retorno cuando le tocó el turno al embajador de Ecuador, quien habló sobre las inmensas riquezas minerales de África y América Latina, de lo que atesoran en biodiversidad y diversidad cultural como una manera de invitar a que desde esta institución académica vean, con lentes de aumento, la pobreza de ambas regiones unidas por el atlántico.
El representante cubano, joven nacido y criado luego de la revolución, habló de la deuda que se tiene con la Madre África y del internacionalismo cubano para saldarla dando batalla y sangre por la libertad de los pueblos africanos.
El señor embajador de Brasil se apoyó en el rostro de una linda jovencita de Cabo Verde a quien saludó en portugués para referirse a “Mamá África” y la honremos “desde una visión común propia, lejos de la colonialidad”.
María Fernanda Silva, la más joven de las diplomáticas en Venezuela, al compás del tango africano, supo elevar la voz de los tres millones de afrodescendientes argentinos cuando le tocó definir lo qué es ciencia, música y arte con la altivez de su ser cimarrón.
Con gran elocuencia fue muy precisa al marcar la diferencia entre aquellos que están convencidos de que todos los seres humanos somos afrodescendientes, pero más lo son los pobres que pueblan las cárceles en nuestros pueblos oprimidos.
Sus ojos brillaron cuando se refirió a las pruebas que aportan la antropología y la genética sobre el privilegio de África; su referencia sobre tantos pueblos que han caído y se han levantado de nuevo, libró dos dulces lágrimas que deje secar con el calor humano del homo sapiens concentrado en el auditorio de la UNEFA.
Salí contento hacia mi Guaira natal donde me tropecé de nuevo con la gigantesca imagen del conquistador Diego de Osorio, justo frente al viejo puerto esclavista colonial custodiado por una capilla con santos católicos. El nombre postizo es Punta de Mulatos, una voz suspendida en el dolor, que me hizo recordar las palabras iniciales de Roberto Hernández Montoya sobre el endorracismo. Es difícil evitar la angustiosa imagen del esclavo que se cree libre pero que no puede vivir sin su amo.
Por Ignacio Laya
Hoy amanecí mas cimarrona que nunca, extrañando el olor del guanabano en flor de mi amada sierra de Falcón, con la alegria de los colores del trópico, y con el amor del canto esperanzador de Alí, que en oración de lucha y creencia me hacen gritar «Viva todo lo que de la madre África hay en esta nuestraAmérica»