Saltar al contenido

África: el legado construido y la identidad cubana


Desde una óptica antropológica, la especie humana que hoy habita el planeta es deudora de África. Tierra de culturas y creencias milenarias, con una geografía tan diversa y compleja como su tejido etnocultural. Continente de paradojas y eclosión de civilizaciones.

El legado africano es un componente esencial en el ajiaco que ha dado lugar a la cultura cubana y que aún se cocina, porque la identidad es un proceso en constante ebullición. Este legado ha pasado desde el silenciamiento conspicuo por razones de clase, racismo y otras hasta su reconocimiento, no solo académico también vivencial como parte del ADN cultural del cubano.

La biografía de nuestro pueblo ha sido construida en diálogo constante con las culturas africanas. Los ibéricos que llegaron a la Isla, y que forman el otro componente esencial del ajiaco cubano, traían consigo una herencia sólida de intercambio con África, más de ocho siglos de convivencia en la península habían fomentado la cultura morisca. Provenientes, en su mayoría, del continente africano nos aportaron sus pautas en la lengua, la culinaria, las creencias y la arquitectura.

Luego el colonialismo, la bochornosa esclavitud moderna trajo a los hijos del África subsahariana, de etnias y pueblos tan diferentes que muchos solo tenían en común el color de la piel. Tantos trajeron para la economía de plantación que en un momento dado fueron, demográficamente, muchos más que los considerados blancos en la Isla. Cuando los ingleses tomaron La Habana, se estima que unos 60 mil esclavos habían entrado ya, y hasta la abolición, menos de cien años después, se calculan aproximadamente un millón de africanos traídos como esclavos.

Esa urdimbre de personas con diferentes lenguas y creencias fue gestando una nueva cualidad cultural en la más horrenda de las circunstancias sociales. Esa nueva cualidad se formó tanto como contracultura al poder dominante como en diálogo abierto y recíproco entre criollos, y de ese coloquio participaron todos, el campesino y el comerciante de origen ibérico, los nativos que sobrevivieron y los asiáticos que llegaron.

No solo intercambiaron la música, los bailes, las creencias y prácticas religiosas, aspectos muchas veces hiperbolizados, también construyeron parte de nuestro carácter colectivo, lo que Rufo Caballero llamó una poética existencial de la perseverancia, que es filosofía de la resistencia y paradigma de la supervivencia del cubano.

Pero África no solo nos llegó con los ibéricos y en los barcos negreros. Una buena parte de ese legado nos vino a través del Caribe, nuestro mar mediterráneo. La presencia antillana en Cuba es medular hasta bien entrado el siglo XX, savia africana ya caldeada en otras tierras de América y con otras culturas europeas como la francesa o la inglesa. Por solo mencionar a los haitianos y su rico mundo de tradiciones que forman parte ya de nuestra cubanía.

También es loable recordar la influencia que tienen en la música cubana los ritmos generados en los Estados Unidos por la población afroamericana como el blues, jazz o el soul, otro legado africano de contextos disímiles, en identidades diferentes, pero igual de claves en nuestro ajiaco.

En la historia más reciente, miles de cubanos han pasado por tierras africanas, en misiones militares o profesionales, como miles de africanos han estudiado en Cuba desde niños hasta terminar la Universidad. Este proceso también genera diálogo e intercambio cultural, vivencias y experiencias que van nutriendo la identidad nacional.

El legado africano en Cuba también pasa por la conformación de nuestras regiones y las identidades locales, esto permite que en muchas provincias esta pauta sea más visible y latente que en otras, pero lo que no queda duda es que la población cubana es por ADN mitocondrial mestiza y quien no tiene de congo, tiene entonces de carabalí, de arauco, europeo, asiático y más. Ya lo dijo Fernando Ortiz: La cubanidad es condición del alma, es complejo de sentimientos, ideas y actitudes.

Fuente: http://www.ahora.cu/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *