Saltar al contenido

La recuperación del papel simbólico de la cultura negra (en Argentina)*

Foto: presidencia de la República Argentina

(Tomado de “Negros en Argentina: integración e identidad”)

Autor: Jean Arsène Yao

En la búsqueda de caminos para mantener los lazos con África, los afroargentinos tuvieron en sus metas la afirmación de su identidad propia a través de la religión y de la música. Los negros llegados como esclavos traían como herencia cultural diversos comportamientos sociales y distintas creencias religiosas politeístas. Trajeron como herencia el culto a los muertos, o sea, los antepasados familiares. Las autoridades lucharon y persiguieron este tipo de manifestaciones durante la época colonial 40. Los negros celebraban clandestinamente ciertas prácticas y fiestas religiosas que la iglesia perseguía. Por otro lado, la existencia de las cofradías religiosas favoreció cierto sincretismo. Lo que se demuestra a través de la veneración de determinados santos cristianos. Entre otros: San Baltasar, San Benito de Palermo, San Martín de Porres o las distintas vírgenes morenas o negras 41.

Reunidas para practicar el culto católico, sirvieron como marco social para que el idioma y la religión africana fueran conservados42. La primera cofradía religiosa fue la de San Baltasar, creada por el clero en 1772 y autorizada a instalarse por el arzobispo de Buenos Aires en la iglesia de la Piedad 43.

Esta masa de la población según José Ingenieros, tenía muy poca confianza en la medicina de los blancos. Mientras cada español o criollo se hacía curar por los médicos, los negros constituían la clientela de los hechiceros de cada Nación, que conservaba cierto carácter sacerdotal44. Este mundo que era parte esencial de la cultura negra, debió someterse y convivir en la cultura blanca a la que fue incrustado. No debe extrañar que los negros intentaran obtener de las autoridades civiles y religiosas, autorizaciones para realizar sus ritos religiosos. Para los blancos, esas ceremonias aparecían como bailes, músicas y cantos con el objeto de entretener la población negra esclavizada.

Barrios enteros estaban poblados de negros, conservando sus denominaciones, sus ritos, sus costumbres y sus lenguas africanas. En cada grupo, había uno o más brujos, médicos exclusivos de sus “connancionales”. En la Argentina, hasta 1893, por ejemplo se podía encontrar prácticas mágico-religiosas africanas realizadas por negros de Buenos Aires 45. Estos hechiceros, fueron calificados como “brujos”, ya que reunían funciones de sacerdotes, curanderos, adivinos, encantadores, y desencantadores46.

Esta actitud representó una resistencia cultural. En las paredes o en la base de algunas ollas se encuentran signos de las religiones africanas. En los pozos de basura también se han encontrado pipas con unas crucecitas que son signos de religiones de Ghana. Además, para leer el futuro, los africanos usaban huesos que se tiraban y se leían, aunque seguramente si se le encontraba se le castigaría considerándole como hereje. También fabricaron objetos con esos huesos: una boquilla, un pedazo de abanico 47.

Pero en el ocaso del siglo XIX, las creencias y los ritos de los afroargentinos fueron desapareciendo. La religión africana tradicional fue cayendo en el olvido, aunque ciertos rasgos de ella penetraron en el folklore argentino. Hubo varias causas para que ello ocurriera. A la persecución oficial ya señalada, hay que añadir la declinación demográfica de la población africana. Lo que fue acompañado de la desaparición de casi todas las manifestaciones culturales y religiosas.

Sin embargo en los últimos años, 48 es de señalar la presencia de cultos afrobrasileños como la Umbanda y el Africanismo. Han llevado a la indagación sobre posibles perduraciones de cultos afroargentinos. En la Umbanda, se supone que un espíritu puede entrar en una persona y utilizar ese cuerpo para sus actos49. Esto coincide con el trance que ocurría en la religión tradicional africana. El hombre podía ser poseído por el dios y servir de intermediario para comunicar a los vivos sus intenciones. Más, en la Argentina, los practicantes de las religiones siempre enfatizan el origen africano de la Umbanda y del Africanismo, en detrimento de su origen brasileño50.

Otra de las huellas africanas que reflejan los historiógrafos es que existía una música afroargentina y una forma de danzarla: el candombe. Los afroargentinos la reivindicaban como propia. Constituía al menos uno de los elementos que utilizaban para construir una identidad diferencial respecto de otro grupo. Este hecho es ignorado o minimizado por quienes se han dedicado al estudio de la cultura y la comunidad afroargentina. El candombe fue siempre un importante elemento identificador de la comunidad negra argentina. Tanto desde la perspectiva de la sociedad mayor como para los propios negros: “La sociedad bonaerense veía al hombre de color casi exclusivamente bajo el aspecto curioso que representaban sus candombes y sus comparsas.”51

De hecho la parodia que las comparsas de “falsos negro”52 realizaron del candombe provocó fuertes reclamos por parte de los afroargentinos. Los negros llamaron a no confirmar el estereotipo tocando el candombe con la cara tiznada en lugares inapropiados:

Nos aseguran que se están levantando firmas entre varios vecinos de un sitio de la calle de México para presentarle una petición a la autoridad solicitando la prohibición de los bailes que allí tienen lugar los domingos, porque les incomoda el ruido del Tambor a los señores peticionantes. Ignoramos si es cierto lo que al respecto se nos cuenta, a pesar de que no es la primera vez que esto sucede, y no han sacado nada favorable los interesados. Y esta, ¿qué sacarán ? Tendremos al corriente al lector de lo que sobre este asunto pase.53

El candombe constituye un importante elemento de la identidad étnica negra. Más que mero ruido de tambor, tiene una su función social. Todo lo contrario de lo afirmado por Estanislao Villanueva: “Gritando y caminando, el negro rioplatense echó a andar por las calles y lo suyo se llamó candombe; una mixtura del tam-tam de África y el tamboril urbano de Buenos Aires […] Ese baile constituye una gimnasia social de festividad, dotada de algo así como una sociología ruidosa del ocio.”54

Comunidad afroargentina-grupo social

En esta danza popular por excelencia, se contiene casi toda la historia de la raza negra en el Río de la Plata. Por ello, una manera de valorar el ancestro africano, acaso sea revitalizar este baile símbolo de la identidad negra. En la década de 1990, se constituyó una comisión Pro-Difusión del candombe y estudios afroamericanos. Esta comisión organizó el 4 de septiembre de 1992 un festival de candombe durante el segundo encuentro afroamericano en Buenos Aires. En esta danza popular por excelencia, se contiene casi toda la historia de la raza negra en el Río de la Plata. Por ello, una manera de valorar el ancestro africano, acaso sea revitalizar este baile símbolo de la identidad negra. En la década de 1990, se constituyó una comisión Pro-Difusión del candombe y estudios afroamericanos. Esta comisión organizó el 4 de septiembre de 1992 un festival de candombe durante el segundo encuentro afroamericano en Buenos Aires.

Cualquier reflexión en torno a la identidad negra en Argentina debe tener en cuanta la resistencia cultural y el proceso de reintegración étnica de los africanos desde su llegada a América. Se creó una solidaridad africana expresada, en el caso argentino, pasivamente55. Eso conllevó el enmascarar su pensamiento ético y estético, su sentir y disentir. La tendencia a la agrupación por parte de los esclavos africanos, llegados a América, dio lugar a la formación de las llamadas “naciones” o “Sociedades”. Verdaderos refugios de africanía en las ciudades coloniales, eran la reunión de cierto número de individuos que procedían de una misma región africana.

Esto se evidencia, salvo en unos pocos casos, en la denominación de las mismas: Abaya, Amuera, Asante(Ashanti), Auza Bagungane, Banguela, Borno, Basundi, Bayombé, Brasilera, Brasilera Bahiana, Cambunda, Calumbo, Carabari, Caravalid, Casanche, Congo, Congo Augunga, Erico Briola, Fraternal, Gangela, Loangos, Humbama, Huombe, Loango, Lucango, Lubolos, Lumbana, Luumbi, Macuaca, Main, Macinga, Maravi(Maravé o Malawi), Mina Maji, Mina Nago Mondongo, Mongolo, Monyola, Muñambani, Morenos Criollos Nuestra Señora de Lujan56, Morenos Brasileiros, Moros, Mozambique, Muchague, Mucherenge, Mucoba, Mucumbi, Mue Vesunele, Muñanda, Muncholo, Musundi, Protectora Brasilera, Quipara, Hermandad del Rosario, Sociedad Sabalu, Hermandad San Baltasar, San Benito, San Gaspar Sociedad San Pedro, Tacua, Umbala, Umbonia, Villamoani, Uida, Zeda, Zongo57.

Las primeras referencias a las asociaciones africanas aparecen en documentos coloniales ya en la década de 1770. Sin embargo la consolidación de las “naciones” se dio a partir de 1823.58 Entonces las autoridades gubernamentales asumieron el control de muchas funciones que hasta entonces estaban en manos de la iglesia. Fue la policía que se encargó del control de las “naciones”. Así, la elección del presidente de una “nación” era presidida por un representante del “señor jefe de policía”59. El objetivo de estas agrupaciones organizadas en Argentina era la obtención de recursos económicos para la compra de la libertad de sus adherentes:

Libertar con sus fondos a todos aquellos socios que se hagan dignos de ello por su moral y su industria los cuales quedarán obligados a rembolsar la cantidad de su recate con el módico interés del 5 % anual. Cuidar de la educación primaria e industriosa de todos los jóvenes incorporados en ella. Auxiliar la industria de los socios dándoles instrumentos para trabajar, con calidad de retribuir su importe con las condiciones que cada caso exija. Cuidar que cada socio tenga una conducta moral y productiva. Hacer una vez al año sufragio para los socios difuntos60.

Para su financiación

Los fondos de la Sociedad, los formaban los productos de la finca bajo el apelativo que fuere, o una contribución directa que sería pagada el primer domingo del mes por los socios libres y consistiría en dos reales que cada padre de familia daría y cuatro que daría cada individuo soltero que tenga una ocupación lucrativa la contribución de cuatro reales que cada individuo debía pagar al tiempo de su incorporación y más las donaciones voluntarias que dieran los socios. Para mayor seguridad de los fondos, habría una caja con tres llaves de las cuales tendrían una el presidente, otra el secretario, y otra un individuo del consejo nombrado por el que haría las funciones de interventor. En esta caja se dispondría los fondos y libros de cuenta.

En cuanto a la administración

La Sociedad sería gobernada por un caporal o presidente, un secretario y un consejo de seis vocales. Los individuos que desempeñaban estos empleos serían nombrados por la Sociedad a pluralidad de votos y los nombramientos no podrían recaer sino en personas libres mayores de edad y que estén alistadas en el padrón.

Se suele atribuir la desaparición de las organizaciones africanas a las guerras y por lo tanto a la declinación demográfica de la población de origen africano. Pero hay que decir que el objetivo profundo de las “naciones” era la búsqueda de una autonomía. Algo que los afroargentinos fueron adquiriendo a medida que se asimilaban por la población blanca. Este logro implicó que se despojaran primero de su identidad cultural y luego de su identidad racial. Consecuencia, las nuevas generaciones fueron alejándose de las “Naciones” o “Sociedades”, símbolos del separatismo africano.

No obstante, algunas de estas organizaciones existieron hasta bien entrado el siglo diecinueve. Las más exitosas “Sociedades” afroargentinas del periodo 1860-1890 fueron La Fraternal y La Protectora. Ambas recibieron un cálido y esperanzado apoyo de la comunidad negra61. Por otro lado la “nación” Benguela había logrado sobrevivir hasta cerca de 1903. Durante la segunda década del siglo XX, sabemos que existieron más agrupaciones negras. Continuaron asociaciones como la Agrupación Patriótica 25 de mayo, el Círculo Social Juvencia, la Asociación de Fomento General San Martín62.

Pese a eso, José Ingenieros en el capítulo titulado “la formación de una raza argentina” afirmó que: “Los negros se han extinguido; los mulatos de zona templada son cada vez más blancos. En Buenos Aires un negro argentino constituye un objeto de curiosidad.”63 Esta insistencia histórica parece más la expresión de deseos que un reflejo de realidad ya que se habla de desaparición cuando la comunidad afroargentina aún existe. Se trata de una falsa desaparición de las páginas de la historia argentina. Una utilización engañosa de las estadísticas y una manipulación interesada. No obstante, es de reconocer que no existe estudio alguno que haya presentado el conjunto de los afroargentinos. Aunque según hemos podido ver siguen viviendo, olvidados pero no desaparecidos.

Si es cierto que no hay nada claro respecto a la cuantificación de la población negra, los censos extraoficiales hablan de medio millón de afroargentinos. Al menos esta cifra muestra que los descendientes de esclavos existen. Llamados “criollos”, viven desperdigados por todo el país. Formaban pequeñas comunidades en la Munro, Palermo, Liniers, Morón, Chascomús, La Plata. Existían también comunidades negras en el interior del país, por ejemplo en Santa Fe y otros lugares del noroeste64.

Estas comunidades vivían en el contexto socioeconómico y cultural que llevó a sus antepasados a crear las asociaciones afroargentinos: pobreza, marginalización, indiferencia y discriminación. Por eso se reagruparon y se afirmaron como grupo social suscitando en el conjunto de la sociedad local su problemática. Revalorizaron sus religiones, sus cultos, sus ritos y costumbres. Así como sus festividades y su música, todo cultivado de acuerdo con las más prístinas tradiciones africanas.

Estas comunidades vivían en el contexto socioeconómico y cultural que llevó a sus antepasados a crear las asociaciones afroargentinos: pobreza, marginalización, indiferencia y discriminación. Por eso se reagruparon y se afirmaron como grupo social suscitando en el conjunto de la sociedad local su problemática. Revalorizaron sus religiones, sus cultos, sus ritos y costumbres. Así como sus festividades y su música, todo cultivado de acuerdo con las más prístinas tradiciones africanas.

Los afroargentinos recuperaron por tanto las bases fomentadoras de un espíritu asociativo. De este modo unieron sus fuerzas asociativas, reforzando su identidad étnica y su participación social. A través de la afirmación de la negritud este grupo social se reforzó y se distinguió. Las asociaciones afroargentinas, como otras organizaciones, revelaron más allá de los individuos que las componen, la sociedad africana.

Al avanzar el siglo XX, los países de América Latina se esforzaron por crear una conciencia americanista apoyada en la noción de autenticidad. Las élites inspiradas en reflexiones científicas y estéticas europeas sobre “el buen salvaje”, resaltaron la figura del indio. Mientras tanto, intelectuales del Caribe, de Estados Unidos y de África emprendían movimientos vanguardistas como el Éxodo al África, Poder Negro o Negritud. Los afroargentinos acogieron con orgullo estos movimientos al mismo tiempo que seguían con mucho interés la independencia de las colonias francesas y portuguesas en África65.

En su medio se recibe con cariño y se busca al negro que visita al país66. Así es como la conciencia negra se ha ido cebando progresivamente entre los descendientes de africanos. Consecuencia: aparición de una militancia de la negritud. Lo confirma esta afirmación de Lucía Dominga Molina: “Mi presencia en las conferencias sobre los afroargentinos no es causada porque me siento una investigadora, sino porque me considero una militante de la negritud.”67 Estas palabras son pruebas de su lucha y militancia para recuperar la autoestima. Asimismo cicatrizar la llaga abierta de las muletillas de que los afroargentinos han desaparecido. En Argentina el negro quedó estigmatizado como un producto de la esclavitud, un elemento inferior y menospreciado. Para sus descendientes la esfera que les queda reservada como espacio de dominación no pertenece ni al poder, ni a la ciencia ni a la literatura. Apenas les quedan sus agrupaciones como forma de afirmación social. Se identifican en cuanto grupo social discriminado en su vida cotidiana, pobres al margen de la sociedad.

Entre las nuevas organizaciones afroargentinas surgidas en el siglo XX destacamos La Juvencia, Los Aparecidos, nombre muy significativo y El Martín Fierro. Hasta la década de 1970, el Shimmy Club era la cita obligada para año nuevo y carnavales de toda la comunidad negra en Buenos Aires. Como lugar de encuentro de la población negra, favoreció una movilidad hacia la búsqueda de una identidad africana. En la actualidad existen dos asociaciones de afroargentinos a escala nacional que defienden sus raíces africanas. La primera es África Vive, con sede en Buenos Aires fundada por María Magdalena Lamadrid. A través de su asociación, lucha contra los escasos recursos de la gente de su grupo, tanto en la Argentina como en el exterior. Llegó a tocar las puertas del Banco Interamericano de Desarrollo, pero todavía está esperando la ayuda. La segunda es el Centro Indo-Afro-Americano con sede en Santa Fe fundado por Lucía Molina. Ha organizado y participado en numerosos congresos y encuentros internacionales sobre los afroamericanos en Argentina y en el exterior. El centro tiene publicaciones a través de los cuales divulga el tema de la negritud en Argentina.

Citas y referencias

40 Archivo General de la Nación, IX – 31 – 4 – 6, justicia. En 1779 el párroco de La Piedad, don Francisco Javier Zamudio efectuó una denuncia por los desacatos públicos que hacen los morenos a la iglesia, como es ponerse en el atrio del templo a danzar los bailes obscenos que acostumbran, como ejecutaron el día de san Baltasar a la tarde y el domingo de pascua de resurrección. Los morenos de La piedad desestimaron esta acusación al parecer el baile de la mañana de la pascua de resurrección fue efectuado por los hermanos menores del santísimo rosario después de su primera misa, discurriendo por los conventos donde hay hermandades de menores hasta llegar a la parroquia ; allí no entraron sino que en el lado de la calle formaron su baile y el portabandera se batió en el atrio en señal de alegría.
41  Así, se venera la imagen de la virgen de Montserrat, la de Polonia, llamada Reina o Inmaculada de África. En Los Toldos, provincia de Buenos Aires, se venera a una virgen morena, que se halla en el monasterio de los Benedictinos.
42  Archivo General de la Nación, protocolo notarial, testamento del 14 febrero de 1779.
43  Archivo General de la Nación, IX – 31 – 4 – 6, legajo 436. La función de esta cofradía, como la de todas las demás, era religiosa y social, y fue disuelta en 1856, lo que da cuenta no sólo de su antigüedad y longevidad, sino de la importancia socio-cultural que este tipo de organización tuvo entre los negros.
44  Ingenieros, José, La locura en la Argentina, op. cit., pp. 35-36.
45  Frigerio, Alejandro, La umbanda, los negros y la pobreza como zonas ocultas del país, Clarín, Buenos Aires, 14 de febrero de 1993.
46  Ingenieros, José, op. cit., p. 36.
47 Clarín, jueves 25 de mayo de 2000, p. 41.
48  Alejandro Frigerio, Las religiones afrobrasileñas en la Argentina : cosmovisión y prácticas, Sociología de la religión, Buenos Aires, 1996, p. 258.
49  Frigerio, Alejandro, La umbanda, los negros y la pobreza como zonas ocultas del país, Clarín, op. cit..
50  Frigerio, Alejandro, De la umbanda al africanismo : identificación étnica y nacional en las religiones afrobrasileñas en Argentina, Universidad Federal do Rio Grande do Sul, 1993, p. 97.
51  Rodríguez Molas, Ricardo, La condición social de los últimos descendientes de los esclavos rioplatenses(1852-1900), Cuadernos Americanos, México, mayo-junio, 1962, p. 151.
52  Lanuza, José Luis, op. cit., pp. 185-186. En 1869 apareció en Buenos Aires la “Sociedad de los Negros.” De negro no tenían más que un antifaz sobre sus rostros blancos. Estos falsos negros, que remedaban la pintoresca jerga bozalona de los morenos verdaderos, recorrían las casa de sus relaciones.
53 La Broma, 27 de enero de 1881, p. 3.
54  Villanueva, Estanislao, El candombe nació en África y se hizo rioplatense, Todo es Historia, nº 162, Buenos Aires, 1980, p. 44.
55  En oposición a las sociedades cimarronas que vivieron una reintegración activa en zonas de ciénaga, bosque y selva.
56  Queremos destacar aquí también el milagro de Lujan y el negro Manuel de origen caboverdeano. Este esclavo negro es considerado como el “primer inmigrante” por la iglesia católica argentina por ser la persona a la que se reveló la virgen en mayo de 1630.
57  Archivo General de la Nación , X – 31 – 11 – 5 policía y sociedades africanas.
58  Ya en 1821, el gobierno emitió un decreto formal delineando el procedimiento para establecer una Sociedad africana ; decreto que fue revisado en 1823 para dar el reglamento que mencionaremos con constancia a continuación.
59  Ibid. Reglamento para el gobierno de las “naciones” africanas dado por el superior gobierno, Buenos Aires 11 de agosto de 1823.
60  Ibid. Artículo 2 del reglamento para el gobierno de las “naciones” africanas.
61  El primer número del periódico El Proletario en 1850 informó de la existencia de la Fraternal e instó a “la clase de color” bonaerense a unirse. Realizó uno de los objetivos de las “naciones” africanas, construyendo una escuela para niños de color. Excepcionalmente bien manejada, La Protectora que se fundó en 1877, fue lanzada por el periódico La Juventud. En sus líneas se podía leer que “la verdadera religión entre nosotros(los afroargentinos) son los Socorros Mutuos”. Esta Sociedad publicaba un periódico titulado La Protectora durante el periodo 1880-1910.
62  Estrada, Marcos de, op. cit., p. 119. Esas asociaciones dejaron una placa en el monumento a falucho en 1923 y 1924.
63  Ingenieros, José, Sociología argentina, editorial Elmer, Buenos Aires, 1957, p. 460.
64  Liboreiro, Cristina de, ¿No hay negros en Argentina ?, Editorial dunken, Buenos Aires, 1999, p. 52.
65  Narciso Binayán Carmona siendo empleado del Congreso pudo comprobarlo personalmente con el caso de Zaire en 1960. El famoso grupo de ordenanzas del Palacio estaba profundamente conmovido y conversaron largamente del asunto.
66  Se trata de una experiencia personal durante nuestra estancia en argentina para la realización de nuestra tesis doctoral.
67  Entrevista con Lucia Dominga Molina en junio de 2000, en Santa Fe, República Argentina.Haut de page

El Autor:

Jean Arsène Yao, « Negros en Argentina: integración e identidad », Amnis [En ligne], 2 | 2002, mis en ligne le 30 juin 2002, consulté le 10 février 2023. URL : http://journals.openedition.org/amnis/183 ; DOI : https://doi.org/10.4000/amnis.183

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *