Reproducimos el texto de la articulista colombiana Adriana Márquez en el cual repasa algunas palabras que tienen su raíces en los pueblos originarios y los pueblos esclavizados. Muchos de estos vocablos nos pueden ser familiares en América Latina en general por la historia común que compartimos.
Es importante reconocer la vasta riqueza que existe en la cultura, tradiciones y lenguas de Latinoamérica. Con la llegada de españoles a tierras americanas, este bagaje se amplió a otras dimensiones. Y, a pesar de las tragedias sucedidas en aquel encuentro de culturas, aún subsisten, mezcladas en la cotidianidad, expresiones o palabras cuya raíz yace en las distintas etnias que llegaron desde África y se asentaron en nuestro territorio.
Para redescubrir las huellas de africanía dentro de nuestra lengua, hay que remontarse a la historia, cuando miles de africanos secuestrados de sus pueblos nativos son traídos a las américas.
En La saga del negro: presencia africana en Colombia (1993), Nina Friedemman, explica que “la mayoría de los esclavos ingresaban por el puerto de Cartagena de Indias, bajo una figura de contrabando de personas. Provenientes de diversas regiones de Senegambia estaban los grupos mandingas, babara y mambara; desde Costa de Marfil los cetres, de Costa del Oro los minas y caramantis, desde el Golfo de Benim los araras, de Biafra los carabalíes, ibos y bibis; y provenientes de África central los congos y luangos”. Toda una diversidad de grupos étnicos del continente africano, que llegaría a formar parte del mestizaje y la conformación pluricultural de nuestro territorio.
En la gastronomía, en varios de nuestros comportamientos, en manifestaciones culturales, en los acentos y la lengua, encontramos la amplia influencia que ejercieron estos pueblos a lo largo del territorio Nacional. De hecho, hoy en día vivimos y hablamos esa herencia africana y más aún en las dos lenguas criollas que se hablan en Colombia: el palenquero, patrimonio inmaterial de la humanidad y el criollo de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Pero, también percibimos esta influencia en la lengua española hablada en todo el país y que ha incluido numerosos africanismos dentro del lenguaje.
Los africanismos más utilizados en el pacífico colombiano están relacionados a alimentos, bebidas y música. Encontramos, el pescado cusumbi, la macuá o mancúa, el biche que se toma como el aguardiente, el conqolo, el gongolí, el birimbí y el mongón.
El Caribe por su parte, siente aún la presencia de los palenques, pequeños pueblos en los que se establecían los esclavos libertos y que a través de su lengua heredaron palabras a la usanza como cumbiamba, chéchere, bololó, guineo, guarapo. Incluso el investigador y lingüista español Germán de Granda descubrió, por ejemplo, el origen bantú de la palabra Macondo, tan utilizada por García Márquez, lo que complementó después el lingüista colombiano, Nicolás del Castillo Mathieu, quien afirma que «makondo es fitónimo bantú que significa plátano y que connota, al mismo tiempo, numerosos valores mágico-religiosos”.
En la literatura, también encontramos a los poetas y novelistas afrodescendientes como Candelario Obeso, Marta Góngora, Jorge Artel, Truque, Zapata Olivella, quienes ponen en evidencia la fuente inagotable de estos africanismos.
En términos del desarrollo de nuestra lengua, la misma situación se encuentra con las palabras y expresiones provenientes de las lenguas nativas de diversas estirpes milenarias como los chibchas, los arawak y los karib.
Muchas de estas poblaciones fueron exterminadas sistemáticamente y con ellas su lengua. Sin embargo, cronistas de indias como Fray Pedro Simón relatan las dificultades que representaba catequizar a los pueblos originarios a causa de su multilingüismo y dinamismo dialéctico a la empresa colonizadora. “Es como una enfermedad común a todo el reino… donde suele haber en una aldea o pueblezuelo de indios (…) cuatro o más lenguas bien diferentes unas de otras. De toda esa marea lingüística, han desaparecido más de 50 lenguas y dialectos, de lo cual existe evidencia por los descendientes actuales de los arawacos, chibchas y caribes. No obstante, no todas las lenguas indígenas aparecen registradas en los lexicones construidos a partir de los datos reportados por los cronistas”, indica María Trillos, investigadora lingüística.
A pesar de la masiva desaparición de estos pueblos, dejaron un acervo léxico que se difundió rápidamente por todo el continente. Haremos un recorrido por el aporte al español proveniente de las lenguas indígenas del Caribe.
Entre las aportadas por los arawacos están: ají, anón, batea, bijao, canoa, comején, iguana, jagüey, maíz y pitaya. Por su parte, los caribes aportaron palabras como auyama, bahareque, caimán, guacharaca, moján, papaya y patilla. Finalmente, del léxico chibcha seguimos usando palabras como arepa, chicha, curuba, fique, guartinaja, totuma y tusa, entre muchas más que hacen parte de estos tres grupos etnográficos que habitaron el territorio nacional.
Actualmente, es posible dimensionar la amplitud del lenguaje de los pueblos nativos y todo lo que ellos han aportado al español, sin embargo, sigue habiendo una deuda histórica con los pueblos originarios en la búsqueda del fortalecimiento del legado cultural y en la recuperación de los espacios materiales e inmateriales que les han sido arrebatados desde épocas de la conquista.
Fuente: https://www.radionica.rocks/