Varios países europeos se repartieron el territorio africano entre los siglos XIX y XX, mediante la implantación de colonias. En ellas, los colonos comerciaban con los recursos de la región, pero también implantaron su lengua y su cultura.
Por ello, hubo un tiempo en el que los escritores africanos creían que expresarse en el idioma de los países colonizadores simbolizaba una especie de traición a sus raíces.
Por ese motivo, aproximadamente más de la mitad de los libros publicados por autores africanos están escritos en lenguas nativas, según apunta el investigador francés Alain Ricard en su libro The Languages and Literatures of Africa: The Sands of Babel (Las lenguas y las literaturas de África: las arenas de Babel, en español).
Pero algo ha cambiado con las nuevas generaciones. Escribir los textos en inglés o francés ayuda a los jóvenes autores a llevar su obra a todo el mundo. “Piensan que lo que hagas con la lengua es más importante que el idioma mismo. Entienden que el hecho de utilizar esas lenguas no significa someterse a la visión del mundo de las antiguas potencias colonizadoras”, explica el escritor y periodista Alfonso Armada.
Armada guarda una estrecha relación con el continente africano. Ejerció de corresponsal desde Ruanda, la República Democrática del Congo (RCD), Burundi, Liberia y Sudán. Ha escrito una veintena de libros, entre ellos Cuadernos africanos, un conjunto de crónicas y notas personales de los cinco años que trabajó y vivió en África.
El periodista recomienda algunos de los exponentes de la literatura del continente. Cinco nombres y cinco libros para aproximarnos a la vez a la cara más dulce y a la más amarga de África.
Escritores africanos
La carrera de John M. Coetzee está llena de galardones literarios. El más prestigioso, el Premio Nobel de Literatura que le fue concedido en 2003. La pluma del escritor sudafricano se caracteriza por retratar la realidad más cruda del continente. La mezcla de realidad y ficción da forma a una obra llena de referencias bibliográficas.
Melibea Obono, politóloga e investigadora sobre temas relacionados con el género, ha dedicado su vida a la lucha activista por los derechos del colectivo LGTBIQ+ en Guinea Ecuatorial. Sus textos están plagados de sus vivencias en este terreno, por lo que de ellos se desprende un fuerte tono reivindicativo. Su obra ha sido premiada en tres ocasiones. La última, en 2019, con el Premio Internacional de Literatura Africana.
Encumbrado como uno de los grandes exponentes de la ficción árabe, Amir Tag Elsir se licenció en medicina antes de dedicarse a las letras. Acumula en su historial como escritor una docena de obras, entre las que destaca Ébola ’76, por su cruda y vívida descripción del impacto de la epidemia. La actual crisis sanitaria provocada por el Coronavirus ha rescatado este título como un referente para comprender el reto al que se enfrentan autoridades y ciudadanos.
Eduardo Agualusa es un buen ejemplo de la apertura lingüística de los autores africanos: su obra ha sido traducida a más de 25 idiomas. En sus páginas se entremezclan lo real y lo fantástico y hay quien compara su estilo con el realismo mágico de Gabriel García Márquez. Agualusa se ha convertido en el primer escritor africano en ser galardonado con el Premio Literario Internacional de Dublín, de gran prestigio por el exhaustivo proceso de selección de las obras galardonadas.
La escritora y activista Chimamanda Ngozi publicó su primera novela con 26 años. En los últimos tiempos se ha convertido en un icono feminista por su lucha por los derechos de las mujeres africanas. La charla TED que ofreció en 2014, “Todos deberíamos ser feministas”, llegó a todo el mundo e incluso acabó convertida en libro. Toda esta dedicación ha sido reconocida con galardones como el Premio de Ficción Femenina Orange, entre otros.
Fuente: La Vanguardia