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Harriet Tubman y el «Ferrocarril subterráneo» la pesadilla de los esclavistas

Un operativo ilegal conocido como «Ferrocarril Subterráneo» salvaría cerca de 2.000 vidas en Estados Unidos durante el siglo XIX. Una red de personas se encargaría de ayudar a los esclavos prófugos del más hostil trato por parte de sus amos.

Esta honorable y valiente agrupación había diseñado un lenguaje secreto, para evitar ser descubiertos por los agentes de la ley. Tanto las casas de refugio como los caminos del éxodo estaban encubiertos bajo nombres de estaciones de tren. Los «maquinistas» o «conductores» se encargaban de dar cobijo a los prófugos -«pasajeros»- y los protegían cuando emprendían la misión suicida, de cruzar la frontera con Canadá.

Entre todos los que allí se encontraban auxiliando a los fugitivos, destacó la participación de una el nombre de una antigua esclava: Harriet Tubman, quién se enfrentaría a su amo y sus miedos para emprender sus derechos. Pero para eso, debía primeramente escapar de su destino sometido a la injusticia en las plantaciones de Maryland.

Cuando Harriet logró atravesar el país, bien pudo haberse quedado gozando de su libertad; sin embargo la grandeza de su espíritu no le permitió abrazarse a su nueva vida. Tubman no descansaría en paz hasta lograr sacar a su familia de las garras de la esclavitud. De esta manera, puso en riesgo su cabeza -a la que los agentes y los hacendados habían puesto precio- para rescatar a los suyos. Pero una vez que logró ponerlos a salvo, se entregaría al Ferrocarril subterráneo, para dirigir a los siervos a los estados libres y Canadá.

«Moisés» de su pueblo

«Conocida como «Moisés» y «General Tubman» por guiar a los esclavos hasta la libertad, Harriet Tubman es un símbolo de la lucha por la emancipación del pueblo negro», relató Kate Hodges en su libro «Vidas extraordinarias» (Editorial Lunwerg 2018).

Desde el momento en que Harriet Tubman fue concibida, llevaría en su sangre, la gran desgracia de su tiempo: la esclavitud. Sus circunstancias sociales, políticas y geográficas llevaban tatuadas el martirio de la servidumbre no voluntaria. Las plantaciones de Maryland serían testigo de la crueldad y la injusticia que azotaba a los afroamericanos únicamente por su color de piel. Ese rasgo permitiría a los hacendados comprarla y venderla tan pronto les apeteciese.

Muchas de las acciones de Harriet estuvieron condicionadas por su gran sentido espiritual. Aseguraba que Dios se manifestaba a través de sus sueños y visiones. Según las fuentes Harriet tenía un traumatismo craneal, causado por un objeto pesado de plomo al impactar contra su cabeza -al parecer su amo, en el intento de golpear a otro esclavo, no atinó y le dio a Tubman-. Derivado de esto Harriet comenzó a sufrir alucinaciones y narcolepsia. No obstante, en la desventura la futura activista -por la abolición de la esclavitud y el sufragio universal- arrancó fuerzas de donde no las había: la fe, esa que llegaba a través de las premoniciones; esas que la mantuvieron en pie, luchando y sin abandonar por un minuto a los desafortunados.

«Tras caer enferma, y preocupada porque pudieran venderla por ser un estorbo, Harriet huyó de la plantación sirviéndose de una red de casas seguras y rutas secretas conocida como el Ferrocarril Subterráneo. Se instaló en Filadelfia, pero volvió para rescatar a su familia y después, poco a poco, para guiar a más esclavos hacia la libertad», relató Kate Hodges.

El Ferrocarril subterráneo

«Viajaban de noche, descansando en graneros, bajo el suelo de las iglesias o en cuevas, escondiéndose de los cazarrecompensas y agentes de la ley. La señal secreta de Harriet era cantar el espiritual negro «Go Down Moses» a distintas velocidades para indicar que era seguro continuar»,escribió Hodges.

Harriet Tubman salvaría alrededor de setecientas personas, durante su misión en la red clandestina del Ferrocarril subterráneo. Los conducía a las casas de refugio, y los acompañaba durante la travesía hasta Canadá.

Para el momento en que estalló la Guerra de Secesión (1861-1865), la heroína militaría con los abolicionistas. Se encargaría de alimentar al regimiento y cuidar de los heridos. Durante los años del conflicto también desempeñaría funciones como espía.

Fuente: abc.es

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